domingo, 24 de marzo de 2013

¿Rara?


Yo era diferente, y lo sabía. También sabía que querer conservarme a mí misma como realmente me gusto iba a ser un problema y un difícil dolor de cabeza.

¿Por qué?

La sociedad está cambiando; no sé si es cíclica o continua, pero hay cosas que poco a poco estamos aprendiendo a aceptar. Para algunos ser diferente es cuestión de rebeldía, para otros es cuestión de estilo, algunos lo hacen por necesidad o desesperación y otros por aburrimiento. Yo era así porque me gustaba, me hacía sentir bien, pero hay personas a las que les molesta ver que alguien distinto de ellos se siente bien.

No eran las burlas ni los dedos en el aire apuntándome con maldad lo que me molestaba, lo que realmente me hería. Era la indiferencia, la cínica exclusión a la que era sometida por no ver el mundo a través de sus ojos... por no verme a mí misma como ellos querían verme. Lo que dolía era sentirme como una fiera en la jaula de un circo o un zoológico; nadie tenía en cuenta mis sentimientos, sólo mi apariencia.

¿Y qué si teñía mi cabello de azul eléctrico? ¿Y qué si tenía la cara tatuada hasta en las cejas? ¿Y qué si prefería un libro a una fiesta y el silencio a la escandalosa música? ¿Por eso dejaba de tener sentimientos? ¿Mi diferencia me hacía menos humana? Que las lágrimas no fluyeran en la luz no quitaba que lo hicieran al amparo de la oscuridad, porque incluso mis lágrimas eran vistas casi como un sacrilegio.

Ser diferente es bueno, ser raro no. 

Así me veían ellos, rara, disfuncional, una amenaza para la sociedad. No, para "su" sociedad. En el mundo manda mayoría, siempre había sido así, y yo constantemente pensaba, pensaba y me preguntaba: ¿Si los "raros" fuésemos mayoría, yo trataría a los inadaptados como estoy siendo tratada?

No. Probablemente no. Y ésa es una de las cosas que me hacen "rara".

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